D. Antonio Arias
          El
día 6 de Abril de 2.000 fallecía en Badajoz Antonio
Arias Giralda, Doctor Ingeniero Agrónomo, destacado especialista
en Sanidad Vegetal, que durante 13 años (1.977-1.989), fue
Coordinador del Grupo de Trabajo Español de Problemas Fitosanitarios
de la Vid, además de responsable oficial de la Protección
de los Vegetales de Extremadura, uno de los representantes españoles
en el Grupo de Trabajo de la OILB (Organización Internacional
de Lucha Biológica e Integrada) en Viticultura, y socio fundador
de la Sociedad Española de Entomología Aplicada.
Antonio
Arias nació el 25 de julio de 1.939 en Robladillo (Valladolid),
viviendo su niñez y juventud entre Arroyo de San Serván
(Badajoz) donde su madre ejercía de maestra y su padre de funcionario
del Ayuntamiento y Valladolid, donde estudió el bachillerato.
Realizó
sus estudios de Ingeniero Agrónomo en la Escuela de Madrid,
finalizándolos en 1.964. Comenzó su labor profesional
en la Jefatura Agronómica, colaborando en la confección
del Mapa Agronómico, posteriormente se incorporó al
Servicio de Concentración Parcelaria en la provincia de Cáceres,
pidiendo la excedencia para ser contratado en 1.967 por el INIA en
la Finca La Orden (Badajoz), pasando inmediatamente al Servicio de
Defensa Contra Plagas e Inspección Fitopatológica, para
comenzar lo que sería su verdadera vocación profesional,
la Sanidad Vegetal.
Durante
los años 71 y 78 fue profesor de Protección de Cultivos
en la Escuela de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Badajoz,
donde dejó un excelente recuerdo de su capacidad pedagógica.
A
principio de los 70 fundó la Estación de Avisos Agrícolas
comenzando el envío de los boletines fitosanitarios a los agricultores.
Al inicio de los 80 organizó las primeras ATRIAS (Agrupaciones
de Tratamientos Integrados en Agricultura) en el viñedo de
Tierra de Barros, que implantaron una nueva concepción de la
protección de los cultivos y el comienzo de la lucha integrada
en Extremadura.
Las
ATRIAS en los años sucesivos son muy valoradas por el sector
agrario y se van extendiendo a los restantes cultivos de Extremadura
(olivar, tomate, frutales en las Vegas del Guadiana, cerezo en el
Valle de Jerte, tabaco, remolacha, almendro, dehesa, etc…).
Toda
esta labor ha sido el germen y soporte de la actual producción
integrada. Su actividad profesional ha sido vasta y profunda a la
vez. Ha realizado tanto trabajos de investigación de gran finura
y alcance, como trabajos ejecutivos u operativos resolviendo problemas
inmediatos y prácticos, tanto trabajos de campo como trabajos
de dirección y burocráticos cuando era necesario. Pero
en cualquiera que fuera su actividad siempre destacaba con el rigor
metodológico, los conocimientos técnicos aplicados y
la honradez en los resultados. Incluso, cuando se trataba de exposiciones
escritas u orales cuidaba en extremo la corrección gramatical
y claridad en la exposición, en aras de una mejor comprensión
y excelencia del trabajo. Antonio buscaba la perfección, cosa
que indudablemente le acarreaba más de un problema.
La
excelencia de su trabajo de investigación, experimentación
y divulgación ha quedado claramente manifestada en las numerosas
publicaciones que ha efectuado tanto en revistas técnicas españolas
como extranjeras, así como en los libros que recogen sus trabajos.
En los foros internacionales, especialmente en el Grupo de Trabajo
de la OILB sobre Protección Integrada en Viticultura, ha gozado
de un gran prestigio y consideración por parte de los investigadores
y expertos europeos en sanidad vegetal del viñedo.
Sus
trabajos han supuesto un hito en la sanidad vegetal en nuestro país,
no sólo en el viñedo, sino también en los problemas
que ha abordado en otros cultivos (frutales, olivar, dehesa, arroz,
etc…), así como la langosta, a la que dedicó buena
parte de sus últimos años, poniendo a punto técnicas
de control integrado de esta milenaria plaga de la Serena extremeña.
Por ello todas sus reflexiones o aportaciones sobre cuestiones de
carácter fitosanitario eran respetadas y tenidas en cuenta.
Pero
la personalidad de Antonio transcendía el terreno profesional
o el científico-técnico con ser éste importante
para él y no regatearle tiempo. Antonio era persona de gran
humanidad, era para sus amigos y compañeros alguien con el
que siempre podías contar, estaba presto para solidarizarse
con causas justas aunque le ocasionaran problemas, en ocasiones era
crítico (aunque empezaba por serlo consigo mismo), pero su
trato era siempre cálido y respetuoso. Con él se podía
hablar de las cuestiones más profundas de la vida humana y
su conversación siempre era enriquecedora. Al final de su vida,
ya aquejado de la enfermedad mortal dio muestras de un coraje ejemplar,
haciendo del trabajo su principal terapia, hasta el punto de impartir
dos sesiones del Master de Viticultura dos semanas antes de su muerte.
Sus
compañeros de los Grupos de Trabajo Fitosanitarios de los distintos
cultivos, de los que ha sido organizador y participante destacado
y, especialmente, el de la vid y de la Sociedad Española de
Entomología Aplicada y, en general, todo el sector de la Sanidad
Vegetal quieren dejar testimonio de su sentimiento de admiración
y respeto a Antonio Arias, de quien durante tantos años hemos
podido disfrutar de su guía, ejemplo, consejo y amistad.
Nuestro agradecimiento a la SEEA
http://www.seea.es/laseea/seeaint.htm